domingo, 11 de octubre de 2015

Yo pude ser un niño anuncio.

PUESTO ORIGINALMENTE EL 10-9-2011


















No es que tuviera padres ilusorios que me apuntaran a todo casting que otearan con la esperanza de que les llenara los bolsillos de millones de billetes. Es mucho más simple. Mi tita, bueno, mi madrina (que es algo así como de las titas la que sacó en tu bautizo una entrada vip) vive en una ciudad más grande y allí llegaron los de una productora de anuncios y se pusieron a hacer pruebas para uno de juguetes.

Ella se enteró y preguntó y nos llamó, y me veo de repente en un lío de narices. Estaba yo tan feliz viendo Muzzy y haciendo una nave supersónica con el Tente, mucho más molona que el dibujo de la caja, cuando mi madre al teléfono me dice que es su hermana y que si quiero probar para aparecer en un anucio de la tele, uno de esos juegos de mesa en los que tendría que, atención, hacer eso de levantar las manos y gritar: ¡gané!

Con miedo en los ojos meneaba la cabeza expresando negación sin poder pronunciar palabra, sabiendo que era algo malo tal propuesta pero sin tiempo de pensar el por qué. Mami le respondió a la madrina que ya veríamos y colgó. Entonces tuve unos segundos para meditar la razón por la cual la oferta bienintencionada de mis familiares mayores, me ocasionaba un pánico terrible y una vergüenza extrema. Y es que como todos sabemos los niños que hacen eso en los anuncios son odiosos, repelentes y hostiables hasta el amanecer y parte del mediodía siguiente.

¿Por qué gente cercana en lo emocional y lo sanguíneo, pretenden con ojos llenos de ilusión que yo tenga que pasar por esa prueba a mi dignidad? Imaginaba a todos los chicos desde mi ingenua edad de 10 años a los veintitantos reconociéndome por la calle, por los parques, en el colegio -¡NOOO! oh, dios, los del cole- señalando y partiéndose la caja torácica, haciendo el mismo gesto para humillarme como al de American Pie cuando le enseñan dos dedos (si American Pie se hubiera estrenado nueve años antes y yo la hubiera visto y... bueno ya entienden) el caso es que durante varios días mi madre y mi padre me instaban, digámoslo así, a que me atreviera olvidando cuando fueron jóvenes y lo avergonzado que se puede sentir uno en muchas ocasiones. Mi hermano por su parte soltaba comentarios que adelantaban los del resto de chavales que podrían minar mi poca autoestima.

Así que me puse en plan no, no y no sabiendo que las dos mujeres conspiradoras de la idea me pondrían cara de decepticon... perdón, de decepción y los otros dos, padre en plan allá tú y brother en plan lástima, se me acaba el cachondeo.

¿Qué hubiera pasado de aceptar? ¿Estaría contando ésto como anécdota en una entrevista con ocasión de mi segundo Oscar y boda con, pongamos, Mila Kunis?. No lo sé, pero para lo que ha resultado ser, entrada de un blog de un don nadie como tantos, me salva la cosa porque no se me ocurría nada y ya estaba pensando en buscar un meme. Para el próximo post prometo algo que es también de aquellos años pero a diferencia del de hoy, no inventado. Chao.

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