PUESTO ORIGINALMENTE EL 20-4-2011
INUNDACION = DIVERSION
Claro
que porque no fue una inundación grave. Aunque cerca le andó. Vivo en
un primero, y se quedó el agua a unos centímetros. Es la única que
recuerdo, ninguna hubo después que superara el metro. La que viví, con
casi diez años de edad, fue un evento divertido porque hicimos lo que
había que hacer: tirar cosas como paracaidistas y aviones improvisados, y
cuando se perdieron de vista o hundieron el siguiente nivel son... los
insectos. Que salían cual zombies de las alcantarillas para huir y
nuestro deber, con la ayuda de tablas de corcho y una potente cola de
pegamento, fue embarcarles y desearles suerte.
COSAS DEL FUTBITO
No,
el mejor partido de fútbol sala no fue aquel que salió todo perfecto y
goleamos como nunca, ni ese otro en el que ganamos a un equipo superior
en el último instante tras ir empatando continuamente. El mejor recuerdo
en una pista fue bajo las condiciones del cachondeo puro, esto es,
lloviendo, de noche y con un balón de plástico. El que lo haya vivido lo
entenderá. Locura colectiva sería la expresión. Pero aun hay más. En un
descanso, un grupo de chicas mayores en un par de años, quinceañeras o
así, me adoptaron unos minutos como oyente de sus cosas. Entendí algo
que hasta entonces no conocía: hacían algo más que pasar el rato en las
gradas comiendo pipas y animando de vez en cuando al hermanito de
alguna, que era por lo que estaban. Las cosas de las que hablaban sobre
'ir de marcha' me fueron muy útiles para el siguiente apartado.
MATTHEW, TU ANTES MOLABAS.
DISCO LIGHTS
Y
dice usted, señora profesora, que con ésta entrada que nos acaba de
repartir podemos ir a la discoteca con nuestos ingenuos 12-13 años (de
los noventa) a hacer lo mismo que en el viaje de estudios pero sin
supervisión adulta. Molaaa...
Claro que cuando digo ingenuos,
pero mucho. Aunque el objetivo fuera colarse en la disco de los mayores,
que para eso estaba al lado de la disco light (no porque allí hubiera
bebercio alcohólico, sino por llegar a un nivel superior prohibi... para
cascarlo, vamos) en realidad no íbamos a ligar, ni a bailar, los chicos
al menos. Ibamos porque había que ir. En grupo, media clase al menos
todos juntitos como cuando quedamos para ir al cine, (¿hacen ésto los
chavales de hoy?) y simplemente estar. Total, si hablar tampoco se podía
mucho. Eso sí, entonces la música era importante pues no se escuchaba
tu favorita cuando querías, así que se disfrutaba cuando llegaba. Y de
vez en cuando darse un voltio por nuestras zonas limitadas, intentar
colarse en el otro sitio, y sin embargo a pesar del poco ejercicio
físico llegabas a casa agotado. La sensación era tan grande, tan
importante el simple hecho de haber 'ido de marcha' que volvías de una
aventura. Y afortunadamente cerca siempre había unas recreativas, como
refugio. Algo que los chavales de hoy me da que pocos tendrán. Lo de
ligar iba así: si alguna de tu clase se encontraba con una amiga no del
cole, a pedirle a tu compi que hiciera de celestina. Otras opciones no
se contemplaban.
Y lo bien que quedaban luego las entradas en la puerta, entre posters y las minipegatinas cuadradas de Dragon Ball.
CASAS CON ENCANTO
Sabía
yo que tarde o temprano utilizaría la linterna ésta que apenas da luz.
Suficiente para adentrarse, la noche de San Juan, en la casas
abandonadas con historia criminal que en mi ciudad había dos, una en las
afueras y otra bien céntrica. Nada pasó, ni siquiera yonkis o
parejitas, ni un triste guardia jurado del que escapar. Pero para entrar
en la urbana había que escalar y atravesar un frondoso jardín,
verjas... eso molaba. Y menos mal que fue antes de La bruja de Blair
porque el sótano era igualico.
CONFIESA. TE DIO MIEDO VER LA BRUJA DE BLAIR. AL MENOS EL FINAL.
BAÑARSE EN EL MAR DE MADRUGADA... CON CHICAS
Todos
éstos momentos que estoy poniendo son de la misma época preadolescente,
entiéndase pues que lo flipara con cosas que luego, a base de repetirse
las situaciones, perdieran encanto. Pero una experiencia como darse un
bañejo con un grupo de amigos, y entre ellos algunas chicas, mucha
diferencia sólo por el hecho de ser de noche. Ahora sé por qué, entonces
bastante tuve con cuidar que algún bicho marino me rozara (¡medusas!,
¡anguilas!) y aceptar el medio chicle que por alguna razón me ofreció
una de ellas, de las mayores. Ya digo que fuí una mascota perfecta para
esas chicas Superpoperas y Jumperas.
También hay otra... pero
no casa mucho. La primera vez que dormí fuera me quedé a altas horas
ante la tele y descubrí Matrimonio con hijos. Además el mejor capítulo,
doble, en que se van a vivir al supermercado. Por cierto que diferencia
de ver algo en la tele sentado en el suelo o en el respaldo de un sofá
que sentado debidamente.
¿Y a qué viene todo ésto? Por lo de
la ingenuidad. Las primeras veces que se hacen éstas cosas basta con
vivir la sensación de estar ahí, observar y sobrevivir. Sin necesidad
de, por participar como si fueras mayor, cometer un error fatal para lo
que era tu sitio en la jungla social de entonces, y matar lo que es un
bonito recuerdo ahora. Es un mensaje para los impacientes teenagers de
hoy día. Tiempo hay para todo, no precipitarse. O no tendréis nada
entrañable en positivo para las entradas de los blogs (o lo que haya) de
dentro de quince años.
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