jueves, 9 de julio de 2015

El jefe y el maestro.

PUESTO ORIGINALMENTE EL 7-11-2010

Una conspiración les digo. Un club exclusivo al que se accede solo (hey, mi primer 'solo' con la seguridad de no errar) por derecho de calendario, y aun así no todos. Hay ciertas reglas que he ido recopilando.

Escena 1. En la carretera:

Está un hombre intentando arrancar su coche. Tiene 50 años o más. Mi padre y yo pasamos al lado, y le dice el del auto: jefe, ¿me ayudáis empujando para que rule? Mi padre también cuenta 50 o más. Esto es importante, que como dije es requisito tener cierta edad. Aunque nos lo diga a ambos, se lo ha dicho a él. El es el jefe, aunque no es su jefe. De su trabajo digo. Ni papá es actor de aquella serie. Le ayudamos y mi progenitor le grita, cuando el coche ya marcha 'ya está'. 'Gracias, jefe' le responde. Y yo flipo, se ha repetido la jugada. El pobre hombre le ha confundido con su jefe, me digo.

Escena 2. En un restaurante:

Estamos toda la family comiendo y a la hora de llamar al camarero, mi padre le suelta 'maestro, ¿nos atiende cuando pueda?'. Comorrr... que va a ser tu profesor, pienso, si aparte de más joven ahí lo ves, de camarero.

Y seguí fijándome en ellos, los amigos y otros de su generación en sus conversaciones y llego a la ineludible conclusión de que se lo han montado así, una especie de círculo, asociación o peña con su lenguaje y palabras guiño a la hora de pedirse ayuda o compartir conferencias en tono hablar en serio del pasado. Jefe y maestro son las contraseñas más usadas y hace falta poco más. Entre gente que no se conoce (o eso parece) y se produce un compadreo instantáneo. Y lo hacen solo los señores de cierta edad, no veo a las mujeres decirse 'jefa, que se me ha caído la blusa en tu tenderete' a la vecina de abajo o 'maestra, añade un poco perejil' en la tienda.

Ni a mis amigos varones pero la mitad de jóvenes gritándonos 'jefe, pásamela estoy solo' en un partido o 'maestro, vámonos a tomar un café' eso nunca, los maestros son el enemigo para nosotros. Decimos tú, eh, o nuestros nombres. Así que ya saben, en cualquier momento de los próximos 20 años alguien les dirá algo pero incluyendo esos palabros. No se sorprendan, es una invitación a un selecto club secreto que se habrán ganado por el hecho maravilloso de tener (y que se le note) una vida de honesto señor currante.

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