PUESTO ORIGINALMENTE EL 9-1-2011
Porque uno ve fotos, videoclises, las pelis de terror de entonces...
debió pasar algo meteorológicamente hablando, para que todos los
archivos audiovisuales referentes a esos años tengan lugar en un bosque
lleno de hojas caídas, abrigos de entretiempo, la luz del sol
filtrándose por todas partes entendiendo que el invierno aun no ha
llegado. Si en los sesenta la imagen de estilismo era lo hippie, y en
los ochenta los chandals de colorines chillones, en los setenta alguien
decidió (acertadamente) que nos pondríamos elegantes, copiando a manos
llenas todo lo parisino, que allí sí que fijo es siempre otoño.
Los cantantes jóvenes treintañeros (antes era así, a los 30 se era joven
todavía) partían la pana nunca mejor dicho con vestimentas progre que
abrigaban más de lo que el clima florestal que le pusieran de fondo
precisara, un bosquejo inundado literalmente de hojas caídas marrones y
amarillas que alfombraban los paseos de enamorados ''juntos de la
mano...'' o los paseos del solitario abandonado, todos gastando suela
(que para eso tienes un espacio natural así, para aprovecharlo y tirar
millas) Jeanette, Cecilia, Camilo Sesto, Nino Bravo... os aseguro que
buscando fotos de artistas de aquellos años los fondos de los blogs son
todos un bosque otoñal, y las cabeceras. ¿Coincidencia? En el cine
dramático español intelectualoide también era fijo situar la trama o
pasarse buena parte de la peli en un habitat rural, los reportajes de
las revistas colocaban a los famosos en plena naturaleza, con o sin
ríachuelo, pero en el bosque más cercano que proporciona gratis unos
efectos visuales, para el pelo sobre todo, que ni los trucos de cámara
de Treintaytantos para que lucieran todos brillantísimos.
Pero fueron los cantantes solistas los que más explotaron ese entorno para
compartir sus desengaños amorosos, sus esperanzas de libertad, sus...
un momento: el todos contra el fuego no tendría una parte interesada, de
conservar lo más posible un escenario barato y elegante para los
videoclips de entonces... porque otra cosa no, pero un abrigaco largo
marrón con plumifería rodeando el cuello y muñecas luce moderno (en
aquel entonces) y europeo que te cagas. Pero no pasa nada, hay hojas de
sobra... además pasear es bueno para la salud, y ya que estás allí te
puedes poner a buscar setas o trufas. Todo ventajas.
Vale, me
estoy poniendo graciosillo, pero quiero decir que si algo me viene a la
mente al pensar en esos cantantres es respeto, por sus grandes voces, su
profesionalidad, las letras de las canciones y todo ese estilismo
preciosista en concordancia con el medio ambiente. Unos cracks.
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