viernes, 26 de febrero de 2016

Gilito y Donald en Fort Sam Clemens.

PUESTO ORIGINALMENTE EL 15-11-2012




















Tas comprobar que la cámara funciona vamos a ver que tenemos por aquí para una nueva crónica: no hay ninguna bruja, ni león, pero sí armario... trastero. Y entre algunas curiosidades de las que sí se puede encontrar info y artículos en la red (o entero en pdf, como Mortadelo y Filemón fichados por La Caixa para explicar La historia del dinero) no veo más que la portada para un par de anuncios de venta, en los sitios habituales, de una historia tebeística en libro que rescato porque son el tío Gilito y el pato Donald de aventuras por el oeste. Datos técnicos: tomo 10 de colección Disneylandia, Ediciones Toray para España textos de F. Capdevilla.

Es como un Pato Aventuras pero sólo éstos dos. Ahí están cabalgando sin ser presentados porque no lo necesitan, por áridos caminos. Se detienen a descansar y el más joven y pobre de los dos pregunta qué demonios pasa, así de paso nos enteramos nosotros. Y tito se lo cuenta: ''es una larga historia que se remonta a mi juventud, cuando estaba por éstas tierras buscando oro''. Y bueno lo típico, que encontró mucho, se quedó con todo el pueblecito y el resto de buscadores se largaron, dejando un lugar deshabitado y a Gilito dueño de un terreno inútil... aunque claro, unos metritos de nada son de otro tipo.... ajá, las claves de un gran western de comedia, en plan La balada de Cable Hogue pero con patos. Lo cual también mola, conste.




El caso es que un misterioso desconocido le ha ofertado una millonada por los terrenos de Old Golden City, el pueblo típico estadouni-almeriense con calle principal y cuatro cosas más, y los alrededores con las minas agotadas. El ávido ricachón sospecha que quieren hacer una secuela de 800 balas, y como eso hay que evitarlo a toda costa allá han ido a... no sé, digamos que es de esos que no cierra tratos tan boyantes por teléfono. Se hospedan en lo que queda de hotel mientras tito Gil le cuenta a Donnie cómo eran los buenos tiempos, cuando de pronto un grupo de pistoleros irrumpen como siempre, sigilosos ¿no? pues no, a tiros y a galope y gritando. El factor sorpresa está sobrevalorado.

¿Y qué hace el viejo Gilito? Saca el peazo trabuco y se lía igualmente, mientras amenaza: ''¡no sabéis con quien os estáis metiendo, estúpidos! en mis buenos tiempos me llamaban Gil Matamoscas. ¿Y sabéis por qué? ¡Era capaz de acertarle a un mosquito a cincuenta pasos!'' es una variante de ''con ésto le puedo espantar las moscas a un perro a quinientos metros, Tannen'' (gacias VK.com) desafortunadamente Donald no está tan acostumbrado a los rifirrafes del género y sale corriendo justo en dirección a los malos, que lo atrapan. A la cárcel pues ambos. No los matan aun, pues es un tebeo para niños y más importante, quieren primero que les firmen el permiso de propiedad. De un lugar al que no va nadie, ni Gilito su dueño en décadas. Podían haberse puesto de okupas con el plan que tengan, pero bueno.




















¿Como? Pos claro que se escapan. Es su cárcel. Conoce la losa que se levanta y da al pasadizo... a ver, recordatorio: nunca encierres a alguien en sus propias celdas. Eso pasa por ver sólo las comerciales y no Una d'loest, ciclo de Canal Nou para las siestas. Esto, señor... que el cómic se llama Fort Sam Clemens, y de eso nada todavía. Ya va, ya va. Bueno, van ellos, los patos (los malos son humanos, lo que significa sin duda que el libro lo ha escrito un pato) que escapando caen en el fuerte ese que también está deshabitado excepto por un trotamundos borrachín (humano, of course) que para resumir resulta ser el propietario de los pequeñitos terrenos que Gilito no pudo hacerse, les ayuda a repeler a los bandidos usando los cañones del fuerte y les dice de otro pasillo secreto para salir y mientras él dispara desde varios sitios, los patitos corren a una ciudad sí habitada y llaman al ejército con un telegrama.

Desisto de averiguar exactamente cuando está ambientado ésto, pero para quien quiera ahí los datos. En fin, que llega la caballería y detienen a la banda, y el jefe (porque va encapuchado del todo con un condón tamaño Nielsen) resulta ser Roderduck, el criminal asesor opuesto a tío Gilito, su archienemigo vamos que confiesa que quería comprarle las tierras porque sí que valen un potosí. Pasa que el Gobierno va a hacer una autopista y un PatoVegas y eso significa muchas pelas. Ya estaban saltando de alegría cuando al ver el pano sucede que la carretera va justito donde tiene el viejo Sam (el pobre hombre de antes) su concesión terrenil. Rayos y retruécanos, Gilito tendrá que conformarse con el también buen negocio de explotar el rollo visite nuestro pueblo del oeste, que lo hemos reformado, amigo guiri ya que pasa por aquí. Más o menos ésto, y como Doc el viejo pato se queda por allí vestido de vaquero y reviviendo su juventud a costa del turismo. Pero sin mujer ni críos ni perros, con sus sobrinos de siempre ya le alcanza.




















Todos felices pues, pero no acaba aquí el libro. Las últimas páginas son para mostrarnos y el verdadero Fort Sam Clemens, explicarnos que es una atracción de Disneylandia muy bonita todo dicho sea. Invitándonos a visitar si pasamos por allí, que para eso se han cascao un tebeo de promo en el que apenas sale un trozito. Ya ven que es una historia con trama poco original, y spam con efecto retroactivo, pero que quieren, es una aprecida posesión para mí, que aparte de unos Pato Aventuras del Círculo de lectores es el único que aun tengo de tal universo. Los otros Don Mikis y similares no los conservo, y bien que me arrepiento. Y que se conserva guay con edición y dibujos excelentes, con el plano general de DisneyWorld en las contraportadas y eso siempre molaba tenerlo ahí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario