Hay que admitirlo. La idea que tuvo hace unos años Grefusa de, con
el poco original nombre de tubillo y transportar lo de pipas G a las
pipas peladas, es un éxito. Son igual o más caras que otras que llevan
más cantidad, pero se han hecho las putas amas. Y es que donde otras
marcas dan un amasijo recauchutado, o las que dañan el estómago desde el
primer engullimiento, o las sosas de mercadillo... tampoco era mucha la
competencia.
En opinión personal son aceptables las que
venden en el Carrefour en su cajita y también las que son como antaño,
bolsa pequeña con mucha sal (aquellos tiempos que costaban diez pesetas y
se notaba el aceite desprendido, como los burritos en El príncipe de
Bel Air. Snif, en fin...). Esas están bien, pero de repente llegó la
revolución al monótono universo de las pipas peladas con sabores y
olores intensos (tijuanas, rojas), moderados (bacon and me, moradas. y
las normales, azules). Y una cosa rara (miel, naranja) que en ese orden
son mi preferencia, dándole poco a las de miel esas no las suelo tratar.
Una
cosa curiosa, por si a alguien más le pasa: las tijuana con cáscara no
me gustan, ir una a una y tal para ese sabor. Pero las peladas, directo
un puñao a la vez como debe ser es otra cosa, caviar snack. Mis amigos
coinciden, las tijuanas peladas son las number one, que además coloca el
olorcillo...
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