viernes, 12 de diciembre de 2014

Libros de nuestra infancia

PUESTO ORIGINALMENTE EL 26-10-2009

Los de detectives juveniles sí mola irlos recordando uno a uno, los infantiles mejor en bloques que uno ya es mayor. Excepto en el caso de Jim Botón y Lucas el maquinista que es muy bueno. Aunque al desempolvarlos descubrimos que algunos no son tan infantiles.
























-Un amigo en la selva.
Aventuras en un lugar tan exótico como Guinea Ecuatorial. Empieza siendo un libro infantil pero se va haciendo adulto, ya que el prota, Nico, que estaba tan feliz en su internado español y con sus combates de karate, de repente le dicen que sus padres han desaparecido en el lejano país africano. Y el chico decide escaparse a buscar por su cuenta, a tomar decisiones como la de, una vez allí formar tandem con un nativo de su edad, Senka y entre los dos liberar a la tribu de éste de los malos que los esclavizan y rescatar a los padres que Nico acertó presintiendo que seguían vivos. Mientras nos aprendemos el mapa y las ciudades importantes de Guinea Ecuatorial sin darnos cuenta, que listo el autor. El caso es que era un libro indispensable en los colegios, y personalmente creo que algo tiene que ver para que ahora mi peli favorita sea La selva esmeralda.

-Una liebre en mi pupitre.
Tampoco éste es del todo infantil, ya que empieza hablando con detalle sangriento de las matanzas que acomenten los cazadores y de la poligamia entre liebres. Ejemplo: ''un grito ronco ahoga su dolor al dar el primer paso. Arrastra pausadamente su cuerpo, destrozado por la metralla''. Eso la hembra, herida. Su novio está muerto, pero ella arrastra a la madriguera su inerte cuerpo. Luego llega un cazador y se la lleva para curarla, y de regalo para su hijo, alejándola de su hábitat. Así pasa el bicho a ser propiedad de Pablito, un aplicado chaval que se informa (nos informan) de todo lo concerniente al mundo de las liebres. Y la llama Rufina. Desde entonces sí es la típica historia para niños en la que la liebre tiene la capacidad de hablar con ellos, secreto que Pablito comparte con su amiga Paula, se la llevan al cole con estrambóticas consecuencias cuando se escapa del pupitre donde la escondía (de ahí el título). También se la llevan al cine, donde sucede algo que precipita la decisión de devolverla al monte. El libro no acaba ahí, ya que hay extras con juegos y poemas y más información curiosa sobre el mundo de las libres (así en plan Patoaventuras). Lo que no sé es si éste libro volvió del subconsciente cuando estrenaron Donnie Darko.

-Viaje al país de los lacetas.
En lo que hoy es Barcelona, en la prehistoria (Mesolítico para ser exactos) una tribu vivía muy bien organizada, hasta los niños tenían tareas y un mamut de mascota. Lo segundo mola, lo primero no en opinión de Bora, harta de fregar cacharros porque ella quiere ser cazadora. El pequeño mamut en cuestión responde por Kopi-Kopi, es muy patoso y cuando rompe algunos utensilios Bora se autoinculpa y es desterrada durante un día entero. Están ella, Kopi-Kopi y un amiguito, Piru se escapa para acompañarles. Y por aquello de que pierdes la noción del tiempo y vas a explorar lugares prohibidos se suceden las aventuras con animales peligrosos, y conocen gente peculiar de otras tribus, cosa no habitual entre los paisanos de Bora. Cuando se cumple el periodo de castigo vuelven con una propuesta: organizar una expedición de niños exploradores y continuar explorando los territorios para dejar de ser un pueblo cerrado. Cosa que les conceden y lo mismo de antes pero con más personajes y casos. Lo normal habría sido que la noche anterior se acabaran de perder y punto, pero supongo que la cosa va de ser responsable. No me ha gustado tanto como cuando niño pero hay muchas historias con gente de otras tribus interesantes.

-La bandada de palomas.
El genio y gruñón de Cela escribió un cuento donde la fantasía está muy presente en la realidad, cosa que pasa mucho en los bosques. En los de España también. Un leñador despierta ante las experiencias de seres mágicos que encuentra y se rebela contra los taladores que quieren destruir un ecosistema tan bonito, en el que las bandadas de palomas también dependen para vivir. No faltan los hechizos, los gigantes, hubiera molado una adaptación dirigida por Buñuel. Pero se lo propondremos a Terry Gilliam.

-Caramelos de menta.Un grupo de niños adopta un perro que resulta ser muy revoltoso, ya que causa destrozos en la tienda de Don Joaquín. Y para pagarlos los chicos emprenderán una serie de negocios con poco éxito, hasta que uno funciona: fabricar caramelos de menta y venderlos por la ciudad, en mercadillos, en la calle, donde sea. A pesar de todo les falta la mitad de la deuda, que consiguen cuando el antiguo dueño del chucho aparece con recompensa incluída. Pero no se preocupe nadie, que como siempre en éstos casos les dice que pueden ir a verle cuando quieran.

-Los niños de Bullerbyn.
Astrid Lindgren, la de Pippi Calzaslargas presenta un libro para primeras lecturas, en realidad diría que para niñas de menos de diez años. Ellas ganan casi todas las guerras de género que se dan en Bullerbyn, pequeña aldea sueca (tanto que sólo consta de tres casas) rodeada de naturaleza. No acabé la peli de Lasse Hallstrom porque las imágenes de los escenarios en mi mente son muy distintas de las suyas y me cansé. Pero el libro es recomendable para los niños más peques por la cantidad de cosas que pasan sin ser extraordinarias, sin embargo divertidas.

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