-Ocupación:
Actriz y directora de cine. Y también escritora.
-Motivos para traerla aquí:
Es un referente del cine europeo con o sin Bergman.
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-Gran actriz:
Es noruega pero nació en Tokyo, en 1938. Trabajó en películas de Noruega, Suecia y Dinamarca hasta que Ingmar Bergman se cruzó en su vida cuando la contrató para Persona (1966) donde interpreta a una actriz que ha perdido la voz en el escenario, en medio de una obra en el teatro y los médicos no dan con el motivo de su repentina mudez. Queda al cuidado de una enfermera (Bibi Andersson) y ambas inician una relación muy especial. Si no la mejor de las mejores del director sueco. Bastó para lanzar a ambas al estrellato europeo, y en los años siguientes Liv estuvo en otros títulos de prestigio. Del dire sueco también es La hora del lobo (1967) donde un matrimonio que vive en una isla -como Bergman hizo luego en la realidad- encontrará el terror de mano de un grupo de conocidos que le invitan a una fiesta. Ullman es la esposa que descubre que su marido, pintor, tuvo una relación con una de las asistentes y al resto los ha ido dibujando en su cuaderno cuando estaba en trance/pesadilla, representando tormentas que se irán haciendo realidad. Luego de unas cuantas más con Bergman, incluso alguna rodada en la isla de Faro, la actriz se especializó en el papel de esposa atractiva e inteligente de matrimonio en apuros. Los compañeros del diablo (1970) dirigida por Terence Young y de marido Charles Bronson. Tanto en El visitante nocturno (1971) como en Los emigrantes (1971) comparte cartel con Max von Sydow, así como en otras parecidas en temática hasta que de nuevo vuelve a Bergman en otra obra maestra, Gritos y susurros (1972) donde es María, una de las tres hermanas que a raiz de una nefasta noticia -la menor tiene una enfermedad terminal- ellas y una criada recuerdan sus vidas mediante episodios clave.
Es noruega pero nació en Tokyo, en 1938. Trabajó en películas de Noruega, Suecia y Dinamarca hasta que Ingmar Bergman se cruzó en su vida cuando la contrató para Persona (1966) donde interpreta a una actriz que ha perdido la voz en el escenario, en medio de una obra en el teatro y los médicos no dan con el motivo de su repentina mudez. Queda al cuidado de una enfermera (Bibi Andersson) y ambas inician una relación muy especial. Si no la mejor de las mejores del director sueco. Bastó para lanzar a ambas al estrellato europeo, y en los años siguientes Liv estuvo en otros títulos de prestigio. Del dire sueco también es La hora del lobo (1967) donde un matrimonio que vive en una isla -como Bergman hizo luego en la realidad- encontrará el terror de mano de un grupo de conocidos que le invitan a una fiesta. Ullman es la esposa que descubre que su marido, pintor, tuvo una relación con una de las asistentes y al resto los ha ido dibujando en su cuaderno cuando estaba en trance/pesadilla, representando tormentas que se irán haciendo realidad. Luego de unas cuantas más con Bergman, incluso alguna rodada en la isla de Faro, la actriz se especializó en el papel de esposa atractiva e inteligente de matrimonio en apuros. Los compañeros del diablo (1970) dirigida por Terence Young y de marido Charles Bronson. Tanto en El visitante nocturno (1971) como en Los emigrantes (1971) comparte cartel con Max von Sydow, así como en otras parecidas en temática hasta que de nuevo vuelve a Bergman en otra obra maestra, Gritos y susurros (1972) donde es María, una de las tres hermanas que a raiz de una nefasta noticia -la menor tiene una enfermedad terminal- ellas y una criada recuerdan sus vidas mediante episodios clave.
Por éstos relatos y la puesta en escena, los paisajes y las
interpretaciones es considerada otra gran película, que además fue a los
Oscar con cuatro nominaciones, llevándose uno. La racha siguió con Secretos de un matrimonio
(1973) tras ser testigos de la intensa discusión de un matrimonio
amigo, el formado por Johan y Marianne se plantean las claves del suyo. A
éstas alturas la elegancia y aptitudes de Liv Ullman eran su signo de
identidad, y el papel de esposa en matrimonio de artistas con mucho que
pensar, es pan comido. La última peli del director y compañero
sentimental Saraband
(2003) es un nuevo capítulo de ésta historia, y de nuevo rozaron la
maestría, todos, ya viejecitos dieron una lección de cine. Siguiendo con
la actriz, rodó para el hijo de Buñuel en Francia Leonor
(1975) una historia de corte fantástico y de terror que por argumento
podría haber funcionado igual de bien que como comedia (imagino a Woody
Allen de dire y actor). Liv es Leonor, que está casada con Richard o sea
Michel Piccoli y viven en un castillo porque son gente importante. Ella
muere, él busca nueva esposa, Ornella Muti con quien tiene dos hijos. Y
entonces Leonor vuelve a la vida... Un puente lejano (1975) de Richard Attenborough y Sonata de otoño
(1978) son otros de sus aciertos para una filmografía ya extensa y casi
intachable. Y llegamos a uno de mis títulos preferidos: El chico de la bahía
(1984) en un precioso pueblo canadiense, que recuerda a los de Suecia,
un muy joven Kiefer Sutherland se mete en muchos líos, sobre todo el de
ser testigo de un crimen que le afecta muy de cerca tanto la víctima
como el culpable. Me encantaron él y ella, Ullman aunque no tiene un
papel importante fue una de las primeras veces que la ví como actriz y
es puro teatro en cine, elegancia y savoir faire. En sus últimas
películas Liv trabajó en líneas diferentes a lo conocido, hizo más
comedias y en varios países, antes de ponerse a dirigir con muy buen
resultado.
-Gran directora:
-Gran directora:
Sophie
(1992) cuenta las dificultades de una joven bella y talentosa que para
triunfar ha de enfrentarse en un sentido u otro a todos los hombres de
su vida. Lumiere y compañía (1995) es un proycto común de 40 directores, 52 segundos para cada uno. Y luego están sus dos mejores películas, Confesiones privadas
(1996) es un relato muy personal y duro de las relaciones y tormentos
de Anna, o sea Pernilla August debido a la culpabilidad de su
infidelidad. Pero en la siguiente, repitiendo tema le salió aún mejor. Infiel (2000) es más personal si cabe ya que se trata de una historia casi sacada del pasado de Bergman y Ullman.
En los últimos años aparte de Saraband la actriz noruega ha estado en un
par de títulos y no ha vuelto a dirigir, no sabemos si se debe a la
muerte del gran director sueco o que ya se lo toma con más calma. Bella
de joven y de mayor, creo que es la tercera vez que digo elegante, y de
una formalidad profesional que la pone a la altura de las grandes
europeas como Isabelle Huppert, Charlotte Rampling, Claudia Cardinale...
de todas tarde o temprano hablaremos. Quería empezar con Liv Ullman
porque hace poco volví a ver Saraband y El chico de la bahía y de nuevo
quedé impactado.
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